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El estafador del fútbol

AÑOS DE EMBAUCADOR
En tiempos modernos, el fútbol se ha transformado en caldo de cultivo para actores de segundo nivel que cuentan sus experiencias, habiendo vivido o viviendo de este noble deporte con significaciones impensadas.
Absortos contemplamos cuando en ocasiones quienes subsisten del balompié, únicamente piensan en sacarle ventajas. Dentro o fuera de la cancha, en actividad o retiro, hasta como comunicadores, arman un circo donde con una frase trillada se dice que “ganar no es lo más importante; es lo único”
La suerte les ha dado una mano pues no ha sido en base a su talento ni capacidad podrían trascender mas allá de su propia nariz o usufructuando notoriedad ajena.
Aunque parezca un simple comentario, traemos a colación el caso de Carlos Henrique Rasposo, “el estafador del fútbol”

Según escribe Luis Guillermo Vazquez en nota publicada por AS , son muchos los individuos que sueñan con ser futbolistas profesionales, y porque no entrar en la élite, sin embargo, son pocos los que consiguen hacer ese sueño realidad. El brasileño Carlos Henrique Raposo, fue uno de los que tuvo el honor de poder jugar al fútbol profesional, o al menos tener 20 años de carrera profesional en las canchas. A pesar de ello, no disputó un solo minuto oficial en ninguno de los clubes. La razón, simplemente odiaba el fútbol.
Quizás suena extraño, pero es real, Raposo, quien era apodado como ‘El Kaiser’ debido a su gran parecido con el futbolista alemán, Franz Beckenbauer, quería ser futbolista profesional, pero él no era un amante de dicho deporte, tampoco tenía habilidades con el esférico, él fue armando su propia carrera en base a su carisma.
El inicio del viaje
El delantero brasileño era un amante del dinero, de la buena vida y de la fama, tres elementos que encontró precisamente en la profesión del fútbol. En 1986, con 23 años de edad, Raposo se encontraba en una discoteca en Brasil buscando a algún jugador que le pudiera dar la oportunidad de ser futbolista. Fue así como dio con Mauricio De Oliveira Anastácio, un icono del Botafogo por aquellos años.
Raposo logró convencer a Oliveira de que este se transformara en el representante de Carlos. Fue él quien precisamente le otorgó el apodo de ‘El Kaiser’. Después, vendría la primera mentira. Carlos Henrique decía haber formado parte de aquel plantel que se coronó con Independiente de Avellaneda en 1984 en la Copa Libertadores e Intercontinental, esto haciéndose pasar por su homónimo argentino, Carlos Alberto Enrique.
Botafogo fue el primero que le dio la oportunidad al atacante brasileño. El jugador llegó como figura después de supuestamente haber logrado dos títulos con los de Avellaneda, ante ello, llegó un nuevo reto, demostrar ese fútbol, o hacer lo posible para seguir con su farsa.
“Iba a los entrenamientos y a los pocos minutos de ejercicios me tocaba el muslo o la pantorrilla y pedía ir a la enfermería. Durante 20 días estaba lesionado. En esa época no existía la resonancia magnética” reconoció en alguna entrevista el propio ex jugador.
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