Sarandí Grande
El pasaje por Sarandí Grande ya no será el mismo, se nos fue Richard

Por Freddy Silva
Hace muchos años, allá por el 97, cuando iniciamos la tarea de acompañar a Frontera Rivera Chico en el profesionalismo, comenzaron también los viajes semanales a Montevideo y otros puntos del país.
Cada vez que íbamos a la capital, en el kilómetro 139 de Ruta 5 parábamos en un local, al costado de la carretera en Sarandí Grande.
Recuerdo que la primera vez que lo hicimos no tenía ni idea de quién era el dueño del local que, a partir de ese momento, pasó a ser una cita obligada de todos los riverenses que viajábamos al sur del país.
El propietario del local, muy agradable por cierto, no era otro que Richard Fernández, un centrodelantero que anduvo por nuestras canchas en la década del setenta y que vistió la camiseta de Peñarol, la de Don Pedro Maciel.
Renació una amistad que ya habíamos cosechado cuando estuvo en nuestro medio y comenzaron los gratos recuerdos de las anécdotas, de los goles, de los triunfos de los aurinegros por aquella época.
En cada oportunidad que parábamos en el local de Richard siempre estaba una sonrisa abierta a la espera de la delegación del equipo riverense.
Los jugadores de Frontera, que nunca habían visto al goleador aurinegro en la cancha, también iniciaron una amistad que se fue consolidando con el tiempo.
Era la cita obligada y el momento del festejo de alguna victoria pero el lugar ideal para reponer fuerzas y esperanzas cuando se venía de una derrota.
La tranquilidad de “Lo de Martín” servía para unir al grupo en un ambiente propicio y con un grupo de gente, tanto Richard como los funcionarios del local, “vistieron la camiseta roja” y siempre estuvieron al tanto de lo que pasaba en el Campeonato de la Divisional B en aquel momento.
Pero el recuerdo siempre busca los momentos agradables que se vivieron en Sarandí Grande al retorno de los viajes a la capital.
Y allí nos remontamos a octubre y noviembre del 98 cuando los rojos jugaron la Liguilla del Campeonato de la B.
Un torneo que había tenido de todo, con un comienzo tambaleante perdiendo puntos ganados ante Progreso en nuestro propio estadio por la inhabilitación de Ruben Paz y una gira de tres partidos al hilo en Semana de Turismo de ese año por el sur del país, la renuncia del técnico y la asunción, casi a viva fuerza, de Carlos Wallace como responsable del equipo.
Luego algunas situaciones inolvidables por varios motivos cuando un primero de mayo se realizó una trascendente reunión donde la idea era abandonar el campeonato porque no había posibilidades económicas de sustentabilidad.
Hubo esfuerzo de todos y el equipo salió adelante hasta la segunda quincena de octubre cuando los rojos se jugaban la gran chance de estar en la Liguilla para definir el ascenso.
Nadie, de los que estábamos presentes, podremos olvidar la jornada vivida en la “cantera de los presos” en la cancha de Huracán en la zona de Malvín Norte donde los rojos no solamente debían ganar sino que debían combinar una serie de cuatro resultados.
Ganó Frontera y los resultados se fueron dando a medida que se iban conociendo los finales de los partidos con la excepción de uno que no terminaba más y que, en la hora hubo un penal que, de convertirse en gol, hubiera sido el final sin clasificación.
Pero cuando todos comenzaron a lamentar el hecho, el relator a quien acompañábamos con la radio pegada al oído, completó su frase diciendo . . . “penal a favor de Juventud . . . que el árbitro (Galesio) no lo cobra . . .”, tranquilidad porque inmediatamente después el partido se terminaba.
El festejo de la clasificación, como siempre, en “lo de Martín”, allí nos esperaba con una cena que Fernández cobraba tan barato que seguro estábamos, no pagaban ni los costos de la misma.
Comenzaron los viajes a jugar la Liguilla y los resultados positivos comenzaron a llegar, contra Central, contra Progreso y ya en ese momento se sabía que un equipo del interior ascendía, por primera vez en la historia, por méritos propios.
Corría el 31 de octubre del 98 y ese día hubo una cena especial en Sarandí Grande, pero quedaba la última, el partido contra el Deportivo Maldonado que se jugaba el 8 de noviembre.
Ni hablar de lo que fue la fiesta del ascenso con el empate ante los fernandinos y a pesar que todos queríamos llegar al norte del país donde participamos de la caravana más importante que haya vivido nuestro pueblo, no pudimos abstraernos de llegar a saludar al amigo y decirle que también él era parte de este triunfo que lograban los rojos en el profesionalismo uruguayo.
Richard siempre nos acompañó, sus funcionarios siempre estuvieron al tanto de lo que le pasaba al equipo, vivieron la tristeza y celebraron la victoria.
Y fue así que Lo de Martín se constituyó en un baluarte riverense en el sur del país.
Luego, en algunas oportunidades pasamos por allí pero siempre en horas impropias para que estuviera presente. Richard trabaja generalmente de noche y nosotros siempre pasamos en horas de la mañana pero su gente siempre nos atendió muy bien y nos recuerda en todo momento.
Durante la pasada semana de turismo volvimos al sur del país y hacía exactamente un año que no cruzábamos por esa zona, cuando bajamos del coche y nos dirigimos a la entrada del local, ya nos recibieron con una sonrisa en los labios como si nos tuvieran esperando.
Comenzamos a recordar los gratos momentos de hacen ya 20 años!!! Y vinieron a la memoria los nombres de cada uno de los que estaban allí, sentados alrededor de varias mesas unidas y saboreando la cena preparada con mucho cariño.
Nuevamente no pudimos reencontrarnos con Richard pero sabíamos que estaba, que se sentia un riverense más y que por aquí también hay parte de su propia vida, tanto que era muy amigo de un riverense que se radicó por allá y que es un referente del pueblo de Sarandí Grande, el “Nanico” Seleguín, el hijo mayor de Adán que era un niño cuando Richard hacía los goles que mucho festejaban los aurinegros riverense.
Lo de Martín sigue siendo un lugar indicado para el descanso en todo viaje que se realiza a la capital del país, un lugar riverense en pleno departamento de Florida
Sin embargo el pasado fin de semana recibimos la noticia más triste en relación al amigo.
Se nos fue físicamente pero seguramente seguirá vivo en el recuerdo de los aurinegros, de los rojos, de los riverenses en general que lo conocieron cuando salía de la Pensión Tabaré para dirigirse al Parque Pedro Maciel.
Los viajes a Montevideo ya no serán lo mismo.
Foto portada Sarandigrandealdia.com
