#CopaOFI
Identidad, adhesión, y memoria en camiseta

Siempre son las nueve
Empiezan las semifinales de OFI, de nuestro Mundial: Lavalleja – Guichón, y Salto – Florida
Rómulo Martínez Chenlo
Este fin de semana, sábado y domingo se juegan los partidos de ida de las semifinales de la Copa Nacional de Selecciones del Interior. En estas páginas está largamente explicitado, se trata del Mundial de cada año de miles y miles de futbolistas y aficionados que compiten para representar la camiseta , avanzar, y poder llegar a estas instancias soñadas, antes por sus padres, tío, y maestros, antes por sus abuelos, recontra parientes y trabajadores del lugar.
Han llegado a esta instancia trascendental los representativos del fútbol de tres ligas de capitales departamentales, Florida, Salto, y Lavalleja, y una liga de pueblo, la de Guichón, que está viviendo su sueño y va por más.
Adhesión e identidad
Está absolutamente comprobado que en la naciente vida del Uruguay, 94 años después de la jura de la primera constitución que lo constituye como nación, en el mes de junio de 1924 y con mayor precisión haciendo foco en el 9 de junio cuando la selección uruguaya se coronó en Colombes, París, como campeona olímpica, se generó en todo el país la mayor concentración pública masiva en tiempos de paz hasta esos días .
El fútbol en Uruguay es una clara seña de identidad, y ha sido desde su temprana llegada al Río de la Plata un motor de identidad, particular, grupal, y masivamente colectiva de grupos sociales que interactúan y se unen e identifican con su gran ámbito social.
Esa particular y peculiar base histórica de una nación que se solidificó y apretó su entramado social a través de la transversalidad que nos dio el deporte en su construcción batllista debe ser parte del nudo de la discusión, como la construcción y reafirmación de nuestra sociedad con el deporte como vinculo-vehículo-, que se traslada a cada una de nuestra poblaciones, desde la metrópoli, hasta las villas o caseríos.
Un rápido repaso de los albores de los deportes colectivos de competencia son las pruebas inapelables de como un activo tan trascendente como la identidad colectiva, la pequeña patria del imaginario vecinal, se moldeó y solidificó con una camiseta de fútbol que nos representa.
Los canarios en su acepción más amplia los de los pueblos del departamento, sino todos los de los 18 departamentos que tienen selecciones en la Organización del Fútbol del Interior, sueñan cada verano con quedarse con el título que para nosotros los canarios en su más amplia acepción representa un mundial. Es nuestro mundial y los gozamos y lo sufrimos verano tras verano de la misma manera que miles de ustedes lo sienten cada 4 años.
Es el torneo de mayor jerarquía al que cualquier futbolista de la Organización de Futbolistas del Interior que tiene más de 600 clubes y no menos de 10.000 futbolistas puede aspirar. Es lo máximo, y lo saben los deportistas, los saben en su casa, lo saben sus vecinos, sus compañeros. Lo sabemos todos.
El pueblo
Uno puede imaginar los latidos del pueblo, imaginando la música de los tapones afinando sobre las baldosas del vestuario, la última peinada, el palmoteo nervioso y solemne, con el hermano del césped, la taquicardia de la emoción, la presión de la responsabilidad, el placer de imaginarla redonda, justa, en el empeine, en la cabeza. Cada verano, cada sábado, cada miércoles de enero, de febrero es tiempo de esos indómitos y aldeanos conquistadores de la ilusión, buscando la recompensa en el empedrado camino de la frustración, disfrazados de héroes de pantalón corto, con la camiseta, bandera del pueblo, las gambas brillantes por el linimento, los cruzados de la noche, los exploradores de lo que vendrá .
Guichón se fundó el 15 de julio de 1907en terrenos de Pedro Luis Guichón en el departamento de Paysandú a 50 kilómetros al sur de la capital departamental, como una necesidad del ferrocarril de los ingleses. En 1955 el pueblo de Guichón pasó a la categoría de Villa, y en 1962 se aprobó su categoría de ciudad.
Guichón donde en sus cercanías a fines de los años 50 hubo una prospección de búsqueda de petróleo, y se encontraron con las aguas termales de Almirón, tiene menos de 5000 habitantes, participa en forma federada en fútbol desde el 2 de junio de 1944 cuando se fundó la Liga Regional de Fútbol de Guichón.
Fue recién de 1992 en adelante, cuando la OFI habilitó la posibilidad de dos representaciones por departamento, haciendo más amplio y justo su campeonato, que los guichonenses pudieron acceder a participar de “nuestro Mundial”, pero ni siquiera eran ellos solos, porque se trataba de la Federación de Ligas del Interior de Paysandú.
Siempre descartado como candidato, pero siempre soñando, llegó el año, llegó el més, llegó el día. Fue el sábado, o el domingo, porque técnicamente ya era la 1 de la mañana, cuando Giancarlo Echeveste, uno de los hijos del técnico, uno de los que junto a su padre, su hermano y también Lázaro Branca, cada día llega desde Piedras Coloradas, donde los Echeveste viven y tienen su panadería, pateó el undécimo penal, y se quedó por un instante con toda la gloria de la clasificación.
Los aficionados del deporte conocen el momento. Es una sensación de éxtasis finita, que se transforma en horas o días de alegría, que parece será para siempre, pero que a medida que pasa la vida, el tiempo, a medida que el recuerdo se agiganta exageradamente sabe que será para siempre mientras las neuronas puedan conectar ese recuerdo, y que allá en las revanchas del google calendar habrá otro enero que nos podrán conducir a dividir el carnaval de los sueños.
El fútbol es como la vida, y siempre, pero siempre hay una revancha que esconde un sueño, que pisa una frustración, que enciende una nueva ilusión, sino es esta misma de estar viviendo y soñando con este campeonatazo.
Esa madrugada Guichón fue una fiesta, pero ni les cuento la mañana siguiente, la del domingo, donde la gente se volcó a la calle, vestida de fiesta y con el amargo en la mano, para esperar a los héroes que después de siete horas de viaje trayendo la clasificación a semifinales desde Maldonado se bajaron del ómnibus en la rotonda de la ruta 4, en el empalme con la ruta 90 y se pasaron a la caja del camión ganadero de Aceredo, para presidir una inolvidable e interminable caravana de un montonazo de autos y motos para inicial el ingreso triunfal al pueblo y aterrizar en la plaza Claudio Williman – él era el presidente uruguayo cuando la fundación de Guichón -, y llegar hasta el paseo donde está la estatua de Artigas.
Es nuestro mundial anual en el verano de nuestro espíritu. Como los arboles florecidos marcan la primavera en nuestras calles, el tibio andar temprano a nuestros estadios, faroles que iluminan nuestras noches de sueños, nos anuncia que se viene el calor del pueblo, la brisa justa del pago.
Es único, e irrepetible
*Parte de este texto fue publicado en La Diaria
