Un siglo de grandezas

OFIF OFICIAL
Un siglo de grandezas

Si de por si es difícil sintetizar cien años de existencia de cualquier actividad humana, la tarea se complica aún más si implica a una institución que ha vivido con llamativa intensidad su trayectoria. Y si bien al hincha siempre le gustará moverse en esa romántica semi leyenda de lo que muchas veces no tiene bases sólidas de referencia, lo de Atlético Florida estuvo desde un primer momento profusamente documentado. Seguramente por la rápida inclusión que fue ganando en la sociedad toda de raíces casi aldeanas de aquella Florida del apenas 1920 y algo.

Su partida de nacimiento fue firmada en el Club Uruguay por numerosos profesionales y comerciantes de un naciente centro de la ciudad que pronto le quedó chico a un club que proclamaba con orgullo ser el sucesor del Alumni, el primer gran dominador del fútbol lugareño hasta que el Peñarol (nacido en abril de 1913) pasara a reinar por décadas. Pero el aurinegro se iría apagando casi misteriosamente, mientras que lo del albiceleste fue tomando proporciones sorprendentes con el paso inexorable del tiempo. Pronto el centro citadino le quedó chico y encontró en esa Piedra Alta llena de simbolismos un hogar definitivo para una pasión que fue abarcando todo el departamento y hoy es una marca registrada y reconocida en todo el país. Tuvo una primera cancha en terrenos que hoy ocupa el tristemente olvidado frigorífico, precarias sedes en varios puntos cercanos, pero como dicen que siempre se vuelve al primer amor retornó a su barrio icónico. No fue fácil porque hasta tuvo que disputar batallas legales para que se le concedieran los terrenos donde hoy se afinca, en las que algunas sus hinchas protagonizaran una suerte de escrache en la vieja Junta Departamental. Obtenidos los mismos, ya consolidado deportivamente como el club más titulado en la liga local, su crecimiento infraestructural fue incontenible. Porque un día llegó un presidente albañil de profesión con inteligencia de arquitecto y un enorme corazón albiceleste y de la cuchara prodigiosa de Artigas Lacassy Loroña surgieron los cimientos y la obra de lo que es hoy uno de los mejores escenarios del departamento. Y la sede, en parte heredada del legendario Huracán que supo dejar su huella en el básquetbol floridense. Y, por supuesto, aquel Fútbol Infantil que en sus inicios generara excelentes jugadores en una cancha provisoria en donde hoy Peñarol sigue esperando que se concrete la profecía de la resurrección deportiva que lo reubique entre los grandes de la historia del fútbol floridense.

Seguramente muchos de los pibes que cada semana visten la albiceleste en los torneos de nuestra OFIF no conocen todos los pormenores de la camiseta a la que se están volviendo deportivamente adictos. Pero a través de la misma los seguirá contagiando la mística de tanta gente que los precedió y supo ponerle un toque de leyenda a la gran historia del club. Felicidades y, a partir de mañana, a seguirla luchando, porque el segundo siglo es la próxima meta