Entre la pachorra y el desconocimiento.

Punto neutral

La pachorra de O.F.I., no hay otra calificación ante hechos demostrados, al no seguir en marca personal el proceso de su protocolo sanitario sin hacer pesar sus necesidades como para que le fuera aprobado, jugó en contra de varias Ligas.

Ya sea por adoptar con premura la decisión de no jugar o a pesar de estirar ilusionadas la espera hasta dónde les fue posible porque quiero pensar, aburridas de tanta pasividad y ver como entre O.F.I., A.U.F., SE.NA.DE. jugaban al teléfono descompuesto, las llevó a bajar la cortina por este 2020 por lo menos en primera división.

Esa pachorra “ofiana” facilitó la negativa de la SE.NA.DE. Terceras “urgencias” la tenían atenta en resolver otros reclamos. No hablo de mala intención pero sí de un soberano desconocimiento de lo que es el fútbol del interior. Sin omitir reconocer que este también tiene sus situaciones complejas no es lo común.

Los comportamientos son diferentes y la posibilidad de controlar algún tipo de exceso, cualquiera sea, también. Somos pocos y nos conocemos. Esa es la impericia a la que me refiero. Porque infortunadamente desde la centralización montevideana hay quienes prefieren ningunear o desconocer la valía de Instituciones, Ligas, Confederaciones, con competencias que con extremo sacrificio acaso no sean superiores a las profesionales pero porcentualmente tampoco son menores y encandilados por la imágenes de algún incidente que llegan gracias a algún alcahuete que nunca falta prefiriendo lucirse con el mínimo negativo a hacerlo con el máximo positivo, se confunden suponiéndonos con arco y flecha. Ni santos ni diablos.

No alcanza con asistir cada tanto a una reunión o a dar una charla o a participar de oyente en un congreso. Para conocerlo a fondo hay que vivirlo más de adentro. El presidente de la A.U.F. Ignacio Alonso recién se desayunó que no es equiparable el rubro asistencia de público en el interior con el del profesionalismo. Esto hace evidente que poco se podía esperar hiciera en defensa de los intereses de una de las partes, que por fuera de la autonomía que posee O.F.I., también está bajo su égida.

Es claro que si del lado afectado no se imponía una postura más decidida mostrando e insistiendo afirmada en las verdaderas realidades desde el otro no iba a surgir la aprobación así como así. Después de meses, entre declaraciones y promesas que iban y venían, O.F.I. hizo de un primer protocolo algo similar a haber puesto un mensaje en una botella, tirándolo al mar, por si acaso, dejando al azar su llegada a buen puerto pero sin contar por negligencia con ninguna certeza.

Lo triste es que en este caso a esa botella se le podía seguir de cerca su rumbo y cerciorarse que llegara en tiempo y forma al destino deseado. Eso es lo que O.F.I. no hizo dejando todo suelto a la buena voluntad. Recién este martes 18 volvió a presentar formalmente ante la SE.NA.DE. otro protocolo o el mismo de antes que nunca llegó.

Seguramente ya estaba previsto que sucediera pero ya habían habido tantos previstos que terminaban quedando en brumas nunca disipadas del todo que no queda otra que pensar que mucho pudo haber incidido la firmeza impuesta por el Congreso del Sur del sábado 15 poniendo algunas piezas en su lugar para que la botella por fin hiciera puerto.

También aquí hay que decir que la reacción firme para exigir otra postura de O.F.I. de parte de la acción dirigencial de las Confederaciones, como sí ahora sucedió en el Sur, se demoró. Hasta ahora de un lado y de otro, de más aquí y de más allá, todo no había ido más lejos de advertir que sin público no ha de haber fútbol.

Hay optimismo sobre la aprobación de este protocolo permitiendo espectadores en esa cantidad mínima, factor imprescindible para la viabilidad del fútbol de tierra adentro, y que O.F.I. se dignó incluir con la precisión imprescindible después de tomar en cuenta la sugerencia de las Ligas del Litoral Norte.

Lamentando por las Ligas que fueron quedando por el camino pero expectante de aquellas que siguen padeciendo a la espera de un desenlace favorable, unas y otras pagando por estar dentro de normas “oficiales” mientras ven como las denominadas “privadas” públicamente sin límites ni prevención alguna, a su antojo hacen y deshacen y recaudan, vaya el deseo de que este protocolo que arrancó caminando a lo cangrejo y llegó a paso de tortuga se apruebe de una vez por todas.

Alfredo Zaldúa (Semanario EL ECO/G.I.E.F.I.)